La detección de feromonas y el comportamiento social se ven afectadas por la vejez y por enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Para conocer mejor estos mecanismos, el grupo de Neuromodulación Sináptica del Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, dirigido por la investigadora Sandra Jurado, ha llevado a cabo un nuevo estudio en colaboración con la Universidad de Tours (Francia). En este trabajo se ha analizado el comportamiento social en roedores envejecidos naturalmente y en un modelo animal de la enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores realizaron experimentos para determinar el tiempo que los ratones invertían en explorar un espacio con un objeto, con un ratón conocido y otro con un nuevo congénere, lo que les permitió analizar su nivel de sociabilidad general, así como su capacidad de reaccionar ante la novedad social.
El cerebro experimenta cambios en su estructura y función a medida que las personas envejecen, lo que puede influir en la capacidad para relacionarse con los demás. El empobrecimiento social se ha identificado como un importante factor que disminuye la esperanza de vida y, además, se trata de un indicador de la aparición de demencia y trastornos neurodegenerativos, como la enfermedad de Alzheimer. A pesar de que la interacción social tiene un papel central en el mantenimiento del bienestar general, todavía siguen sin estar claros los mecanismos por los que el envejecimiento podría alterar el procesamiento de la información social, ya sea por condición natural o patológica.
Los resultados del estudio, publicado en la revista Molecular Neurobiology, mostraron que todos los ratones envejecidos, ya fuera de manera natural o los animales modelo de Alzheimer, pasaban más tiempo explorando el lado de la caja en el que había otro ratón en lugar de prestar atención a una zona con un objeto. Sin embargo, los investigadores detectaron que había menos interacción con nuevos individuos, especialmente en aquellos ratones afectados por envejecimiento patológico.
Para profundizar en las causas de esta falta de interés por nuevos individuos, los investigadores del Instituto de Neurociencias analizaron las propiedades del órgano vomeronasal en los roedores implicados en el estudio. El órgano vomeronasal, ubicado en el tabique de la nariz, es fundamental para la detección de feromonas en la mayoría de especies de mamíferos, y aunque en humanos se considera un órgano vestigial, en los ratones, este órgano supone la puerta de entrada a estímulos que determinan comportamientos sociales tan importantes como la selección de pareja o el reconocimiento de las crías.
Durante el análisis de regeneración celular, identificaron que, como cabía esperar, el envejecimiento natural reduce la capacidad de regenerarse del órgano vomeronasal. Esto indica que los animales viejos tienen menos capacidades para distinguir señales olfativas, como las feromonas, que les indican la presencia de un nuevo congénere.
Sorprendentemente, no se encontraron cambios en el órgano vomeronasal en los ratones modelo de Alzheimer, a pesar de que estos no interactuaban con normalidad ante nuevos compañeros. El desarrollo de enfermedades neurodegenerativas a menudo conlleva déficits en el comportamiento social y, según sugieren estos resultados, podrían no ser consecuencia directa de la pérdida de capacidades sensoriales como ocurre durante el envejecimiento natural y saludable, sino que podrían derivar de cambios más profundos relacionados con el procesamiento de la información social.
Los pacientes que sufren enfermedades neurodegenerativas presentan frecuentes episodios de agresividad, apatía y aislamiento social, lo que reduce en gran medida su calidad de vida y la de sus cuidadores. Por ello, es de suma importancia comprender los cambios que el cerebro experimenta en su estructura y función a medida que envejece, y qué procesos podrían estar relacionados con un envejecimiento prematuro o patológico. El presente estudio aporta nueva información sobre los distintos mecanismos implicados en ambos tipos de envejecimiento, lo que potenciales dianas de actuación para el desarrollo de futuras intervenciones terapéuticas.
Acceso al artículo: https://link.springer.com/article/10.1007/s12035-023-03362-3